Se espera una nueva ofensiva contra Martín Guzmán luego de que se conozca la inflación de abril, que sería cercana al 6%. Las disputas de la Casa Rosada le suman ruido a una economía maltrecha.
Por Marcelo Bonelli para Clarín.
El CEO de una poderosa cerealera interpeló a Martín Guzmán: “Vos sabés que ese proyecto no pasa el Congreso”. Estaban a solas y con cierta familiaridad. Ambos hablaban de la polémica por la renta inesperada. Guzmán reflexionó: “Ya sabemos que será difícil que se apruebe”. El jefe de la multi insistió: “¿Entonces, para qué hacen tanto escándalo político?”. Guzmán retrucó: “No se va a aprobar. Pero nosotros primereamos y le sacamos la bandera a Cristina”.
El diálogo ocurrió en vísperas del anuncio oficial. Otra vez la ficción le ganó a la cruda realidad: para el Gobierno es más fácil construir relatos que corregir errores. El “plan sarasa”. El proyecto enamoró a los “gurkas” de Cristina, carentes de éxitos y conquistas para disfrutar con el pobre gobierno de Alberto. Encaja en el razonamiento adolescente de la vice: que hay hombres malos que intentan perjudicar su proyecto aumentando los precios. Y que, por lo tanto, merecen ser perseguidos y castigados.
Por eso estos “revolucionarios del café con leche” – como decía Arturo Jauretche en el Manual de Zonceras Argentinas- salieron otra vez a batir el bombo. La propuesta de renta inesperada es técnicamente impracticable y no tiene antecedente internacional. La cuestión se evaluó en la UIA y también en la AEA. Daniel Funes de Rioja advirtió en privado: “Hay que estar con la guardia alta”. Los capitanes de industria creen que toda esta parafernalia será utilizada para atacarlos. El Gobierno busca a los hombres de negocios para culparlos de los fracasos propios de los funcionarios.
Ya esta semana, la Casa Rosada utilizó información de la AFIP para difundir datos confidenciales de grandes compañías. Precisiones que solo están en las protegidas -supuestamente- declaraciones tributarias presentadas en la AFIP. Mercedes Marcó del Pont mira para otro lado. A través del -rentable- aparato de difusión kirchnerista, trascendió la ganancia de una decena de grandes compañías declarada ante la AFIP. En la lista estaban Aceitera Deheza, Cargill, Monsanto, Molinos Cañuelas, Bunge, Tecpetrol y hasta Mercado Libre.
La cuestión suma ruido a una economía maltrecha y con total falta de confianza. Así, el Gobierno es una pelota de contradicciones: trata de “malditos” a los empresarios y después los convoca para intentar controlar los precios.
También, la ofensiva favorece a los gurkas de Juntos. Operadores de Mauricio Macri estarían apuntalando la marcha de este sábado a Buenos Aires de la flamante Asociación Argentina de Productores Autoconvocados.
La convocatoria incomoda a la Mesa de Enlace. En CRA, Coninagro y Federación Agraria dicen que la protesta es legítima, pero que políticamente su realización beneficia los planes de Cristina. Luis Etchevehere fogonea la participación informal de un sector de la Sociedad Rural.
Inflación sin freno y cambios
Marco Lavagna –el último lunes– fue a la Casa Rosada y transmitió una noticia inquietante: la inflación de abril sería más alta que lo esperado por el Gobierno. El dato lo conocen solo cuatro personas: el propio Lavagna, el Presidente, Guzmán y Juan Manzur.
El jefe del Indec transmitió que en función de lo ocurrido en la primera semana, el mes de abril terminaría con un índice cercano –un poquito menor- al 6 %.
Economía soñaba con perforar el piso del 5%. Guzmán quedó fortalecido: lo empoderó Alberto y, también, la visita que le hace a Kristalina Georgieva.
Ahora el dead line se corre para la última quincena de mayo: se sabe que la ofensiva contra Guzmán volverá cuando se conozca el nuevo -y pésimo- índice de precios.
Así, el cambio de Gabinete quedó postergado para ese momento. Es un idea demorada, pero no anulada: Alberto prepara los cambios para relanzar al gobierno en la mítica fecha del 25 de Mayo. Ese –además de la fecha patria– fue el día que asumió Néstor Kirchner.
El Presidente postergó todo y no quiso hacer los cambios corrido por la vice y menos, confirmar los anticipos que realizó Clarín. Alberto lo confesó en la intimidad de Olivos: “Yo no voy a quedar rehén de Cristina”. Y remató: “Tampoco voy a ir detrás de lo que dicen los periodistas”. Pero prometió relanzar su gobierno.
La fractura
Fue un encuentro de pocos. Había un par de importantes sindicalistas y su círculo más íntimo. Alberto se sinceró y desató su ira con la vice. Así lo afirmó: “Estoy defraudado y desencantado”. Dijo que no quiere saber nada más de Máximo.
Sus interlocutores se entusiasmaron y exigían que rueden cabezas. Que eche a La Cámpora de las cajas del Estado. Pero Alberto aclaró: “Yo no voy a romper”. Y amenazó: “Pero a partir de ahora funcionario que hable mal del gobierno y desautorice a un ministro, lo voy a llamar a mi despacho y lo voy a echar”.
Cristina piensa que Alberto le debe la Presidencia y que el traidor es el Presidente. Máximo ya se lo dijo: “Mi mamá fue la que te eligió”.
La vice atraviesa un delicado y difícil momento político: como dice el tango –Cuesta Abajo-, sufre “el dolor del ya no ser”. En otras palabras, vive en carne propia cómo se deshilacha su poder de mando en el FdT. Ahora sus deseos son todos discutidos. Sucede que sus últimas ofensivas políticas la expusieron y dejaron en claro que se le mojó la pólvora.
La última argucia en el Senado fue original, pero también reflejó debilidad: tuvo que apelar a un mamarracho de alto costo, para imponer un delegado en la Magistratura. Sergio Massa evitó alinearse con sus estrechas posturas y le tendió un puente a la oposición. El jefe de Diputados conversó el tema con Alberto. Ambos estuvieron en Olivos a solas en el caliente mediodía del miércoles: minutos después se hizo el anuncio de Roxana Reyes.
El retroceso de Cristina
La vice no pudo frenar los planes de Horacio Rosatti de quedarse como jefe de la Magistratura. Fue a pesar de tener un guiño de Ricardo Lorenzetti, su ultraenemigo en la Corte. Su viaje a México está rodeado de misterio.
Tampoco Cristina pudo –como quiere– voltear a Guzmán y también se frustró su intento de cambiar el Gabinete. A pesar de su furia, Alberto sigue sin escucharla. Guzmán fue vapuleado, pero tiene una fortaleza: el Presidente lo va a sostener, mientras Cristina pida su cabeza. También se frustraron dos iniciativas del Instituto Patria que la vice no logra imponer. Hasta ahora no frenó el aumento de tarifas que impulsa Guzmán.
Pero el principal traspié fue la soledad que sufrió en el Congreso: el peronismo –salvo La Cámpora– rechazó y le dio la espalda a su propuesta de boicotear el acuerdo con el FMI. Fueron cuatro meses de continuos tropezones para Cristina. Por eso hay insatisfacción en el Instituto Patria.
La incertidumbre política que la pelea por el poder genera, le mete mucho ruido a la economía. Lo dicen los informes secretos de los hombres de negocios de Wall Street. En el equipo económico todos se desconfían y las peleas son cotidianas. Guzmán contra Roberto Feletti. El secretario de Comercio embate a Matías Kulfas, y Miguel Pesce, contra todos.
Hace una semana que no existe el diálogo entre Feletti y Guzmán. Economía quiere afuera de su equipo al secretario de Comercio. Feletti conspira con Axel Kicillof y el gobernador le hace guerra de guerrillas a Guzmán. Un verdadero dislate.
Las peleas fomentan el desconcierto y le ponen nafta a una cosa: la incandescente inflación inercial que quema a todos.